Existe una creencia muy extendida en la cultura popular, y sobre todo en el mundo de la música y los fans, la cual señala como la auténtica culpable de la separación del grupo musical The Beatles, a Yoko Ono, artista conceptual japonesa y esposa del difunto líder de la banda, John Lennon.
Los excéntricos artistas, John y Yoko, durante los años 60 y 70 no dejaron indiferente a nadie: hicieron extrañas performances, inventaron un país y se posicionaron políticamente contra el gobierno. Se conocieron en una galería de arte, y muy pronto comenzaron una relación, en la que decían sentirse como una sola persona. Esto comenzó a incomodar al resto de miembros de Los Beatles, ya que habían firmado un pacto de palabra, en el que nadie excepto ellos, los técnicos y asistentes, podían estar en sus ensayos. Pero Lennon traía a su novia a los estudios de grabación, y nunca se separaba de ella, ni siquiera para ir al servicio. Incluso se trajo una cama para que pudieran descansar juntos, entre canción y canción.
Si bien es cierto que tales excentricidades pudieron estropear la relación de Los Beatles, el problema venía de atrás: los cuatro músicos de Liverpool llevaban más de 10 años tocando juntos y empezaban a estar cansados unos de otros… Tenían familia, hijos pequeños y querían hacer otras cosas. Además al final de su historia, se pelearon por quién sería el nuevo manager del grupo, y Paul McCartney, el otro gran compositor de la banda, quedó descontento con el resultado del último disco: Let it be, ya que se había impuesto el criterio de los otros tres músicos al suyo propio.
Por lo que la intromisión de la japonesa en la intimidad del grupo, tan sólo sirvió como excusa para atacarla durante años y señalarla como la única culpable. Ella, que al final se lo tomó bien, incluso publicó en el año 2007 un álbum llamado Yes, I´m a witch (Sí, soy una bruja), a modo de ironía.
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