Hace unos siglos, antes de los correos electrónicos e incluso de los sellos, las cartas eran pagadas por el receptor en función de la distancia y el peso del envío. Fue en 1837, cuando Rowland Hill, que por entonces era secretario de la Comisión para Australia Meridional en Gran Bretaña, propuso la reforma postal que haría que se popularizase el uso de los sellos en todo el mundo.
El señor Hill, propuso la utilización de unos sellos adhesivos que el remitente debía pagar y colocar en el sobre antes de que se realizase el transporte. La idea gustó y se formó una comisión para decidir los detalles del sistema. Para el diseño, se realizó un concurso con un premio de 600 libras, que aunque recibió 2000 propuestas, ninguna terminó de gustar. Así que finalmente se eligió un dibujo de la reina Victoria basado en un medallón que el artista William Wyon realizó en 1837 para conmemorar su visita a Londres.
El primer sello postal de la historia, muestra la efigie de la reina Victoria en un fondo negro con el texto «POSTAGE» en la parte superior y el valor «ONE PENNY» (un penique) en la parte inferior, de ahí su nombre Penny Black o Penique Negro en español. Se puso en circulación el 1 de Mayo de 1840, siendo su uso válido desde el 6 de Mayo de ese mismo año.