La riqueza léxica del español es indudable y sobradamente demostrada. Tal vez haya que seguir insistiendo en que el idioma, como el país (suele suceder así) debe su riqueza a la mezcla de todas las gentes y pueblos que han pasado por él y han dejado su impronta, como sucede con esta serie de apelativos.
La palabra ladrón proviene del latín latro – latronis, nombre con el que se conocía a los mercenarios que formaban parte de la escolta de los emperadores de Roma. Se relaciona con el verbo latrocinare que significaba servir en el ejército. Con la descomposición del impero romano el sueldo a los latronis comenzó a retrasarse hasta que acabó por no llegar nunca. Como tenían derecho a portar armas, se dedicaron a robar y asaltar dando lugar al sentido con el que conocemos hoy.
Caco tiene algunas diferencias en su significado, ya que se refiere a un ladrón hábil que roba sin que nadie lo note y huye rápido. Habilidades que Caco, dios menor de Roma, hijo de Vulcano, utilizó para robarle a Hércules cuatro vacas cuando éste regresaba de uno de sus trabajos, haciéndolas andar hacia atrás para que no notase nada pero una mugió y lo mató, convirtiéndose desde entonces en símbolo de los ladrones.
Muy distinto es el origen de mangante o mangui puesto que su origen se encuentra en la lengua caló, cuyo significado mantiene hoy día, refiriéndose al acto de pedir, rogar o mendigar. Pero han sido los posteriores prejuicios sobre la etnia gitana los que han hecho evolucionar esta palabra al sentido peyorativo y despectivo con el que la conocemos hoy.
También chorizo proviene del caló y no es más que una adaptación al castellano, como choricear, de palabras como chorí, choraró, choribar o chorar relacionadas todas con el mundo de los ladrones y el acto de robar.
¿Qué nombre le das tú a la persona que te quita algo? ¿Conoces alguna palabra más referida a este mundo?