
Según una antigua profecía, «cuando los 13 cráneos de cristal vuelvan a estar juntos, se liberará toda la sabiduría que encierran y dará comienzo una nueva era». Estos cráneos existen realmente y según la leyenda, fueron heredados por los mayas de manos de los atlantes, antes de que su mundo desapareciese. Los mayas las separaron y distribuyeron por todo el planeta, con la esperanza de que algún día volviesen a unirse. También hay otras versiones que atribuyen su construcción y su poder, a los propios mayas.
De las 13 calaveras, ya han aparecido la mayoría, quizás incluso más de la cuenta (algunas podrían ser reproducciones falsas), y se encuentran en museos o en colecciones particulares. De todas, la más conocida es la que recibe el nombre de «la calavera del destino«. Esta calavera, fue hallada en 1924 por la hija del famoso arqueólogo y aventurero F. A. Mitchell-Hedges, cuando acompañaba a su padre en una excavación en Labaantún (Bélice). Ella estaba jugando bajo un templo en ruinas cuando vio un rayo de luz que salía del cráneo. Cuando lo sacó, los 300 trabajadores nativos que trabajaban allí, se arrodillaron ante ella.
¿Cómo les fue posible construir algo tan perfectamente tallado, en un material tan frágil, y sin tecnología moderna? Están construidas a partir de un único bloque de cuarzo traído de miles de kilómetros de distancia (Brasil), no se aprecian marcas de herramientas ni arañazos, y de haber sido pulida con arena, que es lo más plausible, el proceso habría durado cerca de 300 años. También se les ha atribuido otras cualidades como que su temperatura permanecía constante a 21ºC, o que emitían un inquietante brillo en la cuenca de los ojos.
La ciencia ha desmentido algunas de estas afirmaciones y advierte de un posible fraude. Según estudios rigurosos, las calaveras fueron construidas con una tecnología que existía en el siglo XIX, que curiosamente fue el siglo en el que se descubrieron.
¿Realidad o mito? ¿Deberíamos reunir los 13 cráneos y ver qué pasa? Danos tu opinión.