
Si pensabas que la pasta de dientes era algo moderno, estabas equivocado. Ya en el siglo IV a. C. en Egipto usaban una mezcla con polvo de sal, hojas de menta y flores que se mezclaban con otros productos y era llamada clister. En Grecia y Roma la pasta se basaba en orina humana porque se pensaba que tenía elementos blanqueadores. Fue Escribonius Largus quien inventó la pasta de dientes con ese fin en el siglo I d C. para ello mezcló vinagre, miel, sal y cristal muy machacado.
Los chinos utilizaron los huesos de pescado, los árabes prefirieron usar arena fina y piedra pómez en sus fórmulas, pero descubrieron que su aspereza dañaba el esmalte. Mientras que los Mayas empleaban sustancias vegetales y animales, como raíces, que aplicaban para tratar molestias dentales, caries y halitosis.
Peabody, dentista, en 1842 agregó, por primera vez, jabón a la pasta de dientes y su comercialización apareció en Gran Bretaña a finales del S. XVIII, en polvo o pasta y envasado en cerámica.
El dentífrico como tal aparece en 1850, inventado por Washington Sheffield Wentworth, cirujano dental y farmacéutico. En su práctica privada la llamó Creme Dentifrice. Su hijo Lucius al observar los tubos metálicos utilizados para las pinturas colocó la pasta en este tipo de envases.