El mito dice que el famoso pintor Vincent van Gogh, se cortó una oreja y se la entregó a la chica que amaba, como una muestra desesperada de amor por ella. Y aunque esta versión se acerca ligeramente a la realidad, y es mucho más romántica, los hechos ocurrieron de otra manera.
A finales de 1888, van Gogh compartía casa con otro artista, Paul Gauguin. Ambos estaban sin dinero, y era el hermano menor de van Gogh, Theo, el que se encargaba de mantenerlos económicamente. Pero aunque compartían la pasión por la pintura, la convivencia entre ellos resultaba muy dificil, por el caracter temperamental de ambos.
Cierta noche ante la noticia de que Theo se iba a casar, comenzó una pelea entre ambos que fue en aumento hasta el punto de que Vincent amenazó a Paul con una navaja y lo persiguió por la casa. Al final, lleno de ira y frustración, usó la navaja para cortarse el lóbulo de su propia oreja izquierda, sólo el lóbulo, no toda la oreja. Después enrolló el trozo de oreja en un paño y se dirigió a un burdel donde se lo ofreció como regalo a una prostituta llamada Rachel.