Antes de morir, el dramaturgo inglés William Shakespeare escribió su epitafio. Este sonaba a aviso, a maldición para aquellos que osaran profanar sus huesos. En él se podía leer:
«Good friend for Jesus’ sake forbear,
To dig the dust enclosed here:
Blest be the man that spares these stones,
And curst be he that moves my bones.» (Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras
y maldito el que remueva mis huesos.)
Se cree que esta advertencia fue dicha para proteger la tumba, ya que era una época donde pasado un tiempo se abrían los féretros para recoger los huesos y depositarlos en fosas comunes. El caso es que funcionó. Nadie ha osado remover los huesos de Shakespeare, incluso en 2008 cuando se reparó la lápida.