Fotografíar a difuntos, fue una costumbre habitual en la sociedad de clases altas de mediados del Siglo XIX. Consistía en hacerse toda la familia una foto con un fallecido reciente, vestirlo con sus ropas de gala y hacer que pareciera aún vivo o dormido. No se consideraba algo morboso o macabro, como pudiera pensarse hoy, sino que era un último homenaje a un ser querido, una visión romántica de aceptación de la muerte. No existía la superstición de que una fotografía pudiera robar el alma del difunto, como ya hablamos, sino que se quería crear un recuerdo eterno.
Lo más parecido que se puede encontrar en la actualidad a este tipo de fotografías, es la participación de personas jugando a hacerse el muerto y fotografiarse. Se llama Playing dead y se originó en Korea del Sur en el año 2003. Esta práctica es un meme o fenómeno de internet, que es una idea que se convierte en un acontecimiento social masivo, difundido a través de internet y que va evolucionando a modo de parodia.
Y también algo más serio, pero muy minoritario, es la existencia de una organización americana, llamada Now I lay me down to sleep, que se dedica a fotografiar a recién nacidos y niños fallecidos, como recuerdo para sus padres.