Una fiesta diferente, el Kanamara Matsuri, así se llama en japonés, se celebra cada primavera en el primer fin de semana de abril en la ciudad de Kawasaki y con alguna variante en ciudades cercanas. Obviamente, se venera al pene, que durante el festival se reproduce de muchas formas, en dulces, frutas, decoración, incluso se esculpe con un gran tamaño en materiales diversos y lo pasean por sus calles sobre el mikoshi, que es una capilla transportable propia del sintoísmo. Esta religión es la más seguida en Japón, tiene como práctica estas adoraciones a los kami o espíritus de la naturaleza desde el siglo XVII.

La leyenda cuenta, que un demonio con dientes afilados estaba en la vagina de una joven y en las noches de boda castró a dos hombres, por lo que un herrero diseño un pene metálico para partir los dientes del demonio y desde entonces se venera.

Toda la celebración tiene lugar en torno a un templo local que venera al pene, pero también la protección divina para la prosperidad de los negocios, los alumbramientos y el matrimonio. La tradición dice que tocar el pene del santuario da fertilidad. Las prostitutas en el pasado acudían para rezar y pedir protección frente a las enfermedades de transmisión sexual. Actualmente los fondos que se recaudan en el festival se destinan para la prevención y lucha contra el Sida.