El filibusterismo político es una técnica, poco ética pero legal, que sirve para ganar tiempo hablando sin parar en un acto legislativo. Funciona en aquellos sistemas políticos en los que no hay fijado un tiempo máximo para la intervención del orador, y éste puede mantener su turno de palabra mientras no deje de hablar y no se siente.
Pongamos un ejemplo, eres un parlamentario y estáis a punto de votar para aprobar una importante ley que podría beneficiarte, pero antes, te vendría bien presentar unos informes que ayudarían a inclinar la balanza a tu favor. El problema es que esos informes no estarán preparados hasta el día siguiente, ¿solución? hablar, hablar y hablar hasta el día siguiente o hasta que se posponga la sesión. Las normas del respeto obligarán a los demás a permitirte seguir, digas lo que digas. Y esto te da la libertad de contar lo que quieras: la última película que viste, leer una novela en voz alta o incluso un libro de recetas de cocina.
A lo largo de la historia han existido muchos «filibusteros«, siendo el primer caso conocido el de Catón el Joven, en la época del Impero Romano, que con sus larguísimos discursos consiguió fastidiar a Julio César en más de una ocasión. Pero el récord a la intervención más larga, se lo lleva el senador estadounidense Strom Thurmond, que aguantó estoicamente 24 horas y 18 minutos, sin interrupciones y sin bajarse del estrado ni para ir al servicio.
La palabra filibusterismo hare referencia a los filibusteros, unos piratas que cometían sus saqueos en el mar Caribe allá por el siglo XVII, pero tras su desaparición y varios siglos después, la palabra se recuperó para atribuirse a esta forma de obstruccionismo político.
¿Y tú serías capaz de hablar durante horas para ganar tiempo? ¿de qué hablarías? Déjanos un comentario y nos lo cuentas.