El vino de hielo (para ingleses ice wine, para alemanes y austriacos eiswine) se produjo de forma casual en 1974 al norte de Baviera, en Alemania, cuando unos vinicultores intentaron hacer vino a partir de unas uvas parcialmente congeladas por una helada y lograron un vino muy diferente al esperado ya que era sabroso, aromático, dulce y ácido.
Las condiciones para obtener este vino deben ser muy especiales tanto que, si no se dan, no se produce, como ha sucedido algunos años. La uva, aún en la viña, debe sufrir una temperatura entre -7º y -13º durante varios días, pudiendo permanecer allí meses después de la cosecha normal. La helada debe ocurrir pronto para que la uva no se pudra y no demasiado fuerte para que no se hiele. El proceso de congelación se produce antes de la fermentación, el azúcar de la uva no se congela pero el agua sí y el resultado es un vino concentrado muy dulce y refrescante por la alta acidez. Existe vino de hielo blanco, rosado y tinto.
Durante las invasiones napoleónicas se extendió a varias zonas y hoy día se produce principalmente en Alemania, Austria, Francia, Canadá y algunos estados del norte de EE.UU. En España se ha empezado a cultivar en el Penedés, Valladolid y Aragón. Por su producción escasa y costosa es un vino caro, llegando a 250 euros por botella.