Muchos profesionales, empresas, autónomos tienen una tarjeta perfectamente diseñada, ahora además cada vez más original, pero ¿cuál es el origen de esta presentación? La intención es la misma pero ha cambiado mucho desde su origen.
Las tarjetas comienzan a usarse en la segunda mitad del siglo XVIII, momento en el que la aristocracia recibía a sus invitados en sus salones donde hacía fiestas y encuentros. Los invitados al entrar entregaban su tarjeta personal a los criados, quiénes anunciaban a los anfitriones quién o quiénes habían llegado. Si no había nadie en la casa, como prueba de que se habían estado allí, dejaban la tarjeta de visita en la puerta, de ahí nació el nombre. Obviamente las tarjetas estaban reservadas a la nobleza, eran de cartulina, estaban grabadas y decoradas, además en ellas se hacía constar el nombre, título nobiliario y la dirección.
A lo largo del Siglo XIX fueron adoptadas por la burguesía que tras el nombre y apellidos solía escribir su profesión, cargo o rango militar. Además servían como una invitación al anfitrión para devolver la visita, que debía consumarse a los ocho días, así que las vueltas y recepciones eran casi continuas, eso sí, cada casa establecía cuáles eran los días de visita y a veces estos se ponían en las tarjetas. A mediados de este siglo la gran innovación fue introducir una foto personal en la tarjeta, que fue lanzada por André E. Disderi y que no tardó en convertirse en una moda entre las capas altas de sociedad. Disderi patentó la tarjeta de visita con retrato en 1854, podía ser o retrato o de cuerpo entero pegada en una cartulina, figurando los datos detrás de la misma, su uso se expandió rápidamente en toda Europa y América.
¿Tienes tarjeta de visita? ¿Qué te parecería retomar esa costumbre de visitar y recibir tan a menudo?