Cuando llueve después de mucho tiempo, en un día cálido de primavera o verano, suele aparecer un olor característico, el olor a lluvia. Obviamente no es a lluvia a lo que huele, puesto que el agua pura no tiene olor. Entonces, ¿qué es lo que olemos?
Este olor tiene el nombre de petricor, del griego petros que quiere decir «piedra» e ikhôr que es como llamaban a la esencia que corría por las venas de los dioses. Según los geólogos australianos, I. J. Bear y R. G. Thomas, que inventaron este nombre, el petricor estaría formado por hasta 50 sustancias vegetales, que durante la época seca se adhieren al suelo y las rocas, y que posteriormente son liberadas por la lluvia.
Una de estas sustancias es la geosmina y que en griego significa «olor a tierra«. Es producida por ciertas bacterias y hongos filamentosos que habitan en el suelo, y la emiten cuando la humedad del aire supera ciertos niveles, por ejemplo, durante la lluvia.
Otro olor relacionado, es el del ozono. Si hay tormenta, la energía producida por los rayos produciría la reacción que hace que se forme el ozono y que tiene el olor típico de tormenta veraniega.