Empleados descontentos, y falta de acuerdo con la dirección, suelen ser ingredientes suficientes para acabar haciendo uso de una medida de presión que es un derecho constitucional de los trabajadores, la huelga. Puede ser tan simple como dejar de trabajar hasta que se tomen en cuenta las reivindicaciónes, pero esta no es la única manera de «fastidiar» a los jefes. Desde Japón llega una forma distinta, conocida como «huelga a la japonesa«, que consiste en todo lo contrario.
Las huelgas a la japonesa, aparecen principalmente en el ámbito industrial, y consisten en trabajar sin descanso y con el mayor rendimiento posible con el fin de generar una sobreproducción, que haga caer los precios y sature el mercado, además de suponer gastos extra de almacenamiento. Es una estrategia un poco más rebuscada que dejar de producir, pero coincide con la mentalidad de la cultura oriental que posee un profundo compromiso con el trabajo y con su empresa.
Sin embargo, y por muy creíble que pueda parecer, las huelgas a la japonesa no existen, se tratan de una leyenda urbana. En Japón, las huelgas son exactamente iguales que aquí, las manifestaciones y protestas son quizás más ordenadas, pero eso es todo.