Juan de Lepe, marinero onubense de profesión y pícaro español de vocación, llegó un día a la corte inglesa del rey Enrique VII. Pronto consiguió la confianza del rey, el cual lo hizo su bufón y mucho más que eso, su confidente y amigo. Una noche jugando a las cartas, el rey, que era muy aficionado al juego, se apostó con Juan las rentas de su reino y el título simbólico de «rey de inglaterra» por un día. Juan ganó la apuesta y obtuvo el privilegio de reinar Iglaterra durante un día, siendo conocido como el pequeño rey de Inglaterra.
A la muerte del monarca, Juan regresó a Lepe, para pasar sus último días en su patria. Fue enterrado en el desaparecido convento franciscano de Nuestra Señora de la Bella en Lepe, y en su lápida pone: «En la Iglesia de este convento aún se ve el sepulcro de cierto Juan de Lepe, nacido de baja estirpe del dicho pueblo de Lepe, el cual como fuese favorito de Enrique VII rey de Inglaterra, con él comiese muchas veces y aun jugase, sucedió que cierto día ganó al rey las rentas y la jurisdicción de todo el reino por un día natural, de donde fue llamado por lo ingleses el pequeño rey…»