A lo largo de los siglos XV y XVI por todo el Este de Europa corría el temor por la supuesta existencia de vampiros. A muchos que sólo fueron sospechosos se les enterró con una serie de ritos, o se les cortaba la cabeza o se les ponía una piedra sobre la cabeza, ambas acciones eran con el objetivo de que no volvieran a la vida. De esta forma se han encontrado, cuando se realizaban obras en una carretera de la ciudad Gliwice situada al suroeste de Polonia, 17 tumbas de las 44 halladas en total, convirtiéndose con el ello en el enterramiento más grande del mundo con estas características.
Jacek Pierzak es el arqueólogo que junto Lukasz Obtulowicz, responsable de patrimonio, ha descubierto estos enterramientos asegurando que “esta era una de las formas habituales de enterrar a los vampiros”. Afirma el arqueólogo también que fueron decapitados posiblemente por una espada y por un verdugo especialista. Además los cuerpos se encontraban sin ropa, ni joyas, nada que pudiera facilitar una posible investigación para esclarecer más datos. Solamente en una apareció algo parecido a unas pinzas para la ropa.
Pero la explicación es más sencilla y verosímil, esas personas simplemente eran diferentes al resto, muy probablemente algunas tuvieron alguna discapacidad que hacía que los demás los mirasen con recelo o desconfianza, otras parece que tuvieron deformaciones y todas, seguramente, estuvieron en situación marginal. Personas inocentes que fueron víctimas de los miedos de una sociedad que vivía plagas o pestes y los veía como el resultado de esas enfermedades que asolaban territorios o como agentes de un mal en ocasiones inexistente.
No se han encontrado menciones ni referencias de este “cementerio maldito” en ningún documento de la ciudad. Aunque no es el primero que se descubre en Europa, el anterior se encontró en Bulgaria.
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