El doctor David Livingstone fue un médico, explorador y misionero escocés que llegó a convertirse en un héroe nacional en Gran Bretaña durante el siglo XIX. Además es protagonista de una famosa anécdota que involucra también al periodista Henry Stanley.
En 1866, Livingstone se dirigió con su expedición a África con la intención de explorar el nacimiento de El Nilo. Años después no se sabía nada de él y el periódico New York Herald decidió organizar una partida de búsqueda. Al mando pusieron al periodista Henry Stanley, que describió todas las aventuras por las que tuvieron que pasar: hambre, enfermedad, ataques de animales, sublevaciones de porteadores e incluso guerras.
A duras penas consiguieron llegar a un poblado junto al lago Tanganica donde encontraron por fin a un anciano hombre blanco con aspecto fatigado. Stanley reconoce que le hubiese gustado correr hacia él y abrazarle, pero conocedor de la flema inglesa y quizás por cobardía, solo fue capaz de acercarse, quitarse el sombrero y preguntarle «¿El doctor Livingstone, supongo?» a lo que éste contestó «sí, caballero» y se estrecharon las manos.
Livingstone nunca volvería a Inglaterra hasta su traslado después de morir. Aunque su corazón fue enterrado bajo un árbol por los nativos, que decían que «su corazón estaba en África«.