El día antes de Acción de Gracias del año 1971, un pasajero de avión con destino a Seattle, que se hacía llamar D.B.Cooper, se acercó a una azafata y le entregó una nota, en la que le advertía que tenía una bomba en su maletín. El secuestrador la haría explotar si no conseguía 200.000 dolares y cuatro paracaídas, algo que logró cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Seattle. Tras adquirir el dinero y los paracaídas, y sin los pasajeros secuestrados, ordenó de nuevo despegar. Cuando sobrevolaba la ciudad de Tacoma (Washington) pidió que se abrieran las compuertas traseras y que se despresurizara la cabina del avión; entonces, vestido solamente con gabardina y mocasines, y en una fría noche otoñal, de lluvia y vientos de 250 km/hora, saltó al vacío cayendo en algún punto de una zona desértica, cerca del estado de Oregón.
El FBI y el Ejército, estuvieron buscando durante 6 semanas, metro a metro en la zona donde tuvo que aterrizar Cooper. Nunca se supo si logró salvar la vida o si realmente huyó y vivió en el anonimato. Años más tardes apareció parte del dinero del secuestro, y se encontraron más pistas y sospechosos, pero el caso continúa sin resolverse.
Este incidente provocó un gran interés en la sociedad, escribiéndose libros y filmándose películas y series (Prison Break) que recuerdan a este personaje.