En más de una ocasión, se han propuesto teorías sobre la existencia, quizás en un pasado remoto, de una segunda luna de nuestro planeta. Pero la ciencia siempre ha terminado rechazándolas, no sin llevar a cabo rigurosos estudios e investigaciones. Así que podemos decir que la Luna ha sido y es, el único satélite natural que ha tenido la Tierra. Pero si pudiésemos atribuir el nombre de «segunda luna» a algo, ese podría ser Cruithne.
El asteroide (3753) Cruithne fue descubierto en 1986 por el astrónomo aficionado Duncan Waldron, y se caracteriza por tener una órbita alrededor del Sol muy cercana a la nuestra, esto lo convierte en una especie de compañera que nos «persigue» a lo largo de nuestro paseo por el Sistema Solar. Aunque hay otros objetos celestes que se comportan de forma parecida (cuasi-satélites), éste es el único conocido como «segunda luna».
Cruithne tiene un diámetro de 5 kilómetros, y a lo largo del año se nos va acercando y alejando, pudiendo llegar a aproximarse hasta unas 30 veces la distancia Tierra-Luna, pero no hay posibilidades de colisión, al menos en los próximos millones de años. Aunque nos acompaña siempre, en su movimiento nunca gira alrededor de nosotros, y por eso nunca podrá ser considerado un auténtico satélite.